jueves, 27 de septiembre de 2007

Apariciones

Pensar en Quito como un amontonamiento de casas y de gente, es pensar en muy poquito. Los historiadores, antropólogos y demás fauna intelectual se rompen la cabeza tratando de explicarnos que Quito es una idea, una forma de ver el mundo...
Este último fin de semana decidimos, con un amigo, ir a visitar los pueblos "satélites" de la ciudad (algunos más antiguos que el mismo Quito) y la experiencia fue poco menos que iniciática.

En Nayón me encontré con una pareja de amigos, teatreros ambos, que después de quince años juntos decidieron incluir a un nuevo miembro: la pequeña Bruna, a quien conocí por primera vez.

En Zámbiza descubrí, con asombro, una cruz y una pila bautismal que eran claramente restos de la antigua iglesia colonial. En la pila aún se podía observar el año: 1628, creo.

Y en Llano Chico envidiamos la piscina pública de la comunidad, mejor que muchas de las que vemos en la ciudad.

Pero, volviendo a Zámbiza es donde tuvimos un encuentro poco menos que increíble: a las afueras del poblado, junto a una derruida fábrica artesanal de ladrillos, hallamos algunas de las familias más viejas del lugar celebrando las vísperas de la fiesta de San Miguel Arcángel, patrono de Zámbiza.

Lo increíble, para alguien de mi generación que aprendió de Quito en los libros, fue hallar allí ¡vivitos y coleando! a verdaderos danzantes de Quito, con bonetes, cascabeles y pigullero incluidos. Escuchar una melodía milenaria, ver la danza y ser invitados a participar, ha sido una sensación inolvidable.

Futuro, presente y pasado forman parte de esta ciudad que se resiste a ser encerrada entre el concreto y el asfalto.

...aunque es posible que en pocos años ya no hallemos estas maravillas, a causa de la nueva autopista que atraviesa esas comunidades.

...es posible.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Una noche con Quito Eterno

Ustedes perdonarán la propaganda, no es culpa que uno ame lo que hace. Este es un video filmado por Ricki Cobo, quien realizó una visita con el programa educativo Quito Eterno. Allí verán al Señor de las Tinieblas y al Chulla Quiteño, mis queridos amigos José Luis Jimenez (artista que mantiene vivas las antiguas técnicas de la llamada "escuela quiteña") y William Salazar (uno de los quiteños más quiteños que conozco). Disfrútenla...


Sobre ángeles y otros demonios (última parte)


Sin embargo, no es posible creer que los ángeles, en Quito, vivan con tanta impunidad y descaro. La alargada, helada y muy poco estética mano de la censura moral también ha tocado a estos juguetones habitantes del centro histórico. En el convento de San Francisco, a los niños que se encuentran en los artesonados de las cuatro esquinas del primer claustro, los vistieron con unos calzones azules, mal pintados y peor dibujados, sobre su ingenua desnudez. Una tragedia peor es la que ensañó sobre las hermas de los púlpitos coloniales. A todas ellas, y lo digo así porque todas son mujeres, les cortaron de mala manera los turgentes pechos que se mostraban, insolentes, ante la feligresía. Supongo que al censor no le gustaba para nada que los ángeles tuviesen sexo. Triste destino para las mejores representantes de la belleza humana, en la escultura quiteña del siglo XVIII. Aún se pueden ver los resultados de semejante barbaridad en San Francisco y en la Compañía, aunque en ésta última los provocadores senos les han sido devueltos a sus legítimas dueñas y, por medio de ellas, a la ciudad.

Dicen que, dentro de las jerarquías celestiales, los querubines y serafines están más cerca de Dios; de allí su forma pura, simbolizada en sus rostros de niño y la inexistencia del cuerpo, recipiente de todos los pecados y errores. En el otro extremo, y más cerca de la humanidad, estarían arcángeles y ángeles. Es con éstos últimos, con su aparente hermafroditismo, con su sensual humanidad, que yo he decidido reconciliarme. Y, aunque me siga aterrorizando la sola idea de vivir para siempre, siento alivio en saber que en los ángeles también puedo reconocer mi propia mortalidad.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Sobre ángeles y otros demonios (cuarta parte)

Hay algunos ángeles que pueden tomar formas curiosas. En la fachada de la iglesia de San Agustín se encuentran a cuatro seres alados de rostro curioso. El primero es un ángel, con toda propiedad, pero de los otros no se puede asegurar nada: son un león, un toro y un águila. Esta suerte de bestialismo etéreo tiene su explicación en el tetramorfos apocalíptico, el ser fantástico que sostiene el trono de Dios, en la visión de Juan. Cada ser simboliza a un evangelista: Mateo, Marcos, Lucas y Juan mismo. Sin embargo, Luciano Andrade Marín nos hace notar la forma especialísima del águila, que parece que no sería tal, sino que más bien se trataría de un curiquingue, introducido subrepticiamente entre el resto. Los artistas quiteños hicieron así un homenaje a un ave americana, a despecho de las Escrituras.

Nuevamente en la Compañía, los mismos cuatro seres sostienen el púlpito de la iglesia, y sobre ellos, en el fuste de la columna que le sirve de sostén, conviven, en extraña armonía, querubines españoles e indígenas. Los americanos están intercalados entre los otros, pero destacan por sus frentes anchas, pómulos prominentes y labios gruesos. El cielo alcanza para todos.

sábado, 8 de septiembre de 2007

¿Por qué hago lo que hago? (pequeña digresión)

  • Porque vivo en una ciudad donde parece que olvidamos de dónde venimos y quiénes somos.
  • Porque no me considero un ciudadano de cuarta, en el mundo, a pesar de que las embajadas de países amigos y sus funcionarios consulares insistan en convencerme de aquello.
  • Porque ahora se ha puesto de moda ser "skin-head-mestizo-nacionalista", repitiendo una serie de slogans extranjeros, mientras se pone cara de asno cuando se les consulta sobre Don Pío Jaramillo Alvarado, o Don Benjamín Carrión, y sus propuestas de nación ecuatoriana.
  • Porque, a pesar de ser quiteño, yo sí creo en revalorar lo local para poder integrarnos en lo nacional.
  • Porque creo, también, en que hay que destruir varios mitos históricos que, cuando nos damos cuenta que no son nada más que eso, pulverizan nuestro orgullo...
  • Porque creo que el regionalismo no es más que intentar ver en el otro los errores que intuyo en mí (aún mantenemos la vieja práctica de longear a otros para que no te longeen a ti)
  • Porque no creo en un nacionalismo xenófobo, o racista. Creo en una nación orgullosa, porque conoce sus virtudes... y pecados.
  • Tampoco creo en encerrarme en mi país. La mejor forma de conocernos es conocer a los otros (siempre les digo a mis alumnos que la mejor cosa que pueden hacer es viajar, como locos)
  • En fin, porque creo que nuestro centro histórico no es Disneylandia, y que nuestra historia no debería enseñarse en pizarrones, cuando tenemos el aula más hermosa a nuestra disposición...

Dixit