viernes, 13 de noviembre de 2009

El ferrocarril más difícil del mundo: introducción.


Utilizo el mismo lugar común que se ha utilizado durante años para designar al sistema de trenes del Ecuador, pero no me quiero referir con ello a la empresa casi inverosímil que resultó el diseñarlo y construirlo, ni tampoco (¡que el divino azar me libre de aquello!) a los esfuerzos del actual gobierno por resucitar ese cádaver polvoriento. Más bien creo que sigue siendo el más difícil del mundo, en cuanto tiene todo en contra, incluyendo a los mismos ecuatorianos: el saqueo que han sufrido los trenes (desde los altos jefes, hasta del más humilde mecánico o brequero), han convertido al antiguo orgullo de nuestro país en un perro cadavérico que escarba en la basura. Comienzo con esta entrada una serie de textos, con mis impresiones del estado del tren ecuatoriano, y con una semblanza de las anécdotas, de los personajes y la añoranza que van quedando en aquellos lugares por donde aún pasa el autoferro, y en aquellos por donde no pasa más.

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